Uno de los puntos más importantes del tratamiento mediante fecundación in vitro es la transferencia embrionaria. Es el punto final de estas técnicas, pero es un punto clave donde se puede “estropear” un tratamiento de fecundación in vitro perfectamente realizado hasta ese momento.
Existen también muchos mitos alrededor de la técnica de transferencia. Parece claro que se debe hacer en una sala lo más próxima posible al laboratorio de fecundación invitro. Antes de proceder a cargar los embriones en la cánula (el tubito con el que se introducirán en el útero) hay que colocar a la paciente en la camilla de exploración. Se coloca el espéculo y se suele limpiar un poco el cuello del útero. No existe un acuerdo amplio sobre el beneficio de limpiar el cuello del útero antes de la transferencia embrionaria. Pero si son numerosos los estudios que así lo aconsejan. La limpieza suele llevarse a cabo con una gasa con suero o con medio específico de limpieza. A veces también se aspira el moco cervical con una jeringuilla. Una vez que se ha preparado el útero, se avisa al laboratorio para proceder a cargar los embriones.
La transferencia en sí debe seguir la norma de “suave y rápido”, porque así es como se debe hacer. Debe ser con una técnica lo más suave posible y con catéteres con las puntas más suaves posibles. Pero a la vez se debe realizar lo más rápido posible. Mientras se introduce la cánula en el útero se hace una ecografía abdominal para comprobar que los embriones se depositan en el punto justo, lo cual suele ser aproximadamente a un cm del fondo. Una vez se depositan, se suele esperar unos segundos, tras lo cual se retira la cánula, de nuevo lo más suavemente posible. Se espera aún unos minutos hasta que los embriólogos comprueban que los embriones no se han quedado en la cánula. Si así hubiera ocurrido se vuelve a realizar la transferencia.
Uno de los grandes mitos es el reposo tras la transferencia embrionaria. Está perfectamente demostrado que no sirve para absolutamente nada, porque no aumenta la probabilidad de embarazo. El que se produzca o no embarazo no va a depender de si se hace o no reposo, sino de la capacidad que tengan esos embriones de anidar o no en el útero. Por tanto, no es necesario ningún reposo después de la transferencia de los embriones.
Finalmente debemos recordar que la transferencia embrionaria no produce dolor. En el peor de los casos es tan incómoda como cualquier exploración ginecológica habitual para hacer una citología.