Sangrado de implantación: qué es y cómo identificarlo

La implantación del embrión en el útero es un proceso invasivo y complejo, por lo que puede conllevar un sangrado que, si bien suele coincidir en el tiempo con la menstruación, tiende a ser más escaso y con diferente aspecto. 

Para entender por qué se produce, debemos conocer en primer lugar cómo es la implantación embrionaria. 

¿En qué consiste la implantación embrionaria?

En esencia, es el proceso mediante el cual el embrión se entierra en el endometrio (la capa mucosa que tapiza la cavidad del útero), para poder desarrollarse a lo largo de los 9 meses de embarazo. Más concretamente, es una invasión controlada que requiere unos mecanismos que, si bien son en parte desconocidos, deben funcionar de forma muy precisa y coordinada.

A priori, para que la implantación tenga lugar, tanto el embrión como el endometrio tienen que alcanzar la madurez adecuada (o ventana de implantación). En el caso del primero, ha de estar en la fase de desarrollo denominada blastocisto y, más importante, ha de salir de una cubierta externa llamada zona pelúcida que procede ya del óvulo (es la llamada eclosión o hatching). Esto ocurre en el 5º o el 6º día de desarrollo embrionario.

Aproximadamente un día después va a comenzar la implantación propiamente dicha, en la que reconocemos tres fases bien diferenciadas:

  1. Aposición: el embrión localiza un punto del endometrio que es receptivo y se sitúa en él sin apenas desplazarse, solamente rota sobre sí mismo para colocarse en la orientación adecuada. En esta fase son esenciales los conocidos pinópodos, pequeñas prolongaciones de la superficie del endometrio que son claramente indicativas de que está preparado para la implantación. Esta primera fase coincide con el 7º u 8º día.
  2. Adhesión: el blastocisto toma contacto con el endometrio y da comienzo un “diálogo molecular”; es decir, determinadas sustancias producidas por aquél interactúan con otras de la superficie endometrial. Aquí son bien conocidas las llamadas integrinas. Este paso dura también entre 1 y 2 días y se sitúa en torno al 8º y 9º día de vida embrionaria.
  3. Invasión: como la propia palabra indica, el embrión se interna en el espesor del endometrio horadando un hueco. Al llegar a las capas más profundas romperá vasos sanguíneos para generar unas lagunas de sangre (por donde intercambiará oxígeno y sustancias con la madre) y, en un segundo paso, se formarán nuevos vasos que conformarán la futura placenta.

En este proceso de invasión intervienen casi todas las células que forman la arquitectura del endometrio, pero principalmente unas células inmunológicas llamadas natural killer o, más popularmente, células NK. Éstas se encargarán de regular y modular el avance de las primitivas células de la placenta, o células del trofoblasto, ya que tanto un exceso como un defecto en la invasión sería perjudicial. La duración de esta fase es hasta el momento desconocida.

¿Qué es el sangrado de implantación?

Como hemos mencionado, en la fase de invasión el embrión va a romper vasos sanguíneos del endometrio, es decir, pequeñas arterias y venas por las que circula sangre materna. Se asume que, en algunas ocasiones, este fenómeno supondrá una salida de sangre hacia la cavidad del útero y, como consecuencia, se drenará por el cuello hacia la vagina. 

Qué es sangrado de implantación

Esto sucede en 1 de cada 3-4 mujeres y puede darse en embarazos espontáneos o después de tratamientos de fertilidad que han tenido éxito. Aparece habitualmente entre 7 y 10 días tras la ovulación o su equivalente (esto es, entre 7 y 10 días después de la inseminación o la fecundación). Aunque no siempre, suele tratarse de un sangrado escaso, de unas horas a 2 días de duración y de coloración rojo oscuro o marronáceo; por tanto, aunque sus características son bastante diferentes de la menstruación normal, puede confundirse fácilmente con los comienzos de ésta.

Más aún, en algunos casos en los que el embarazo se desarrolla fuera del útero (embarazo ectópico), el primer signo puede ser también un sangrado escaso y oscuro, aunque habitualmente suele persistir más tiempo y se acompaña de cierto dolor pélvico localizado.

¿Cómo identificarlo?

Si bien puede llegar a ser indistinguible de una regla normal, un sangrado distinto del habitual (por el momento de inicio, forma de comienzo y/o evolución), y especialmente si estás intentando quedarte embarazada, sobre todo mediante un tratamiento de fertilidad, debe hacerte pensar en un posible sangrado de implantación y no ponerte en lo peor.

Sangrado de implantación: qué es y cómo identificarlo

Por ello te recomendamos que, antes de nada, realices un test de embarazo o, mejor aún, consultes directamente a tu ginecólogo/a, especialmente si el sangrado persiste en cantidad escasa y/o se acompaña de molestia o dolor leve en la pelvis. 

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