La progesterona es una hormona esencial durante el inicio y desarrollo del embarazo. Se produce de forma natural en el ovario tras la ovulación: el folículo en el que crece y madura el óvulo, una vez lo libera, se transforma en el llamado cuerpo lúteo, que se encargará de producir la progesterona hasta la semana 6 u 8 de embarazo, momento en el que la placenta ya la producirá en cantidad suficiente. Temporalmente, este período que se inicia en la ovulación y culmina con la menstruación o el embarazo, se denomina Fase Lútea.
La función principal de la progesterona es adaptar el endometrio para la implantación y desarrollo del embrión y resulta fundamental que haya una correcta sincronización entre la transformación del endometrio y la evolución del embrión. A esto lo denominamos ventana de implantación y resulta determinante, tanto el inicio de la producción de progesterona como que ésta se produzca en cantidades adecuadas y constantes.
Otras funciones no tan bien conocidas, pero no menos importantes de la progesterona, son el efecto relajante sobre la musculatura del útero y sobre la estructura interna del cuello del útero. Ambos son la base de aplicaciones más recientes en la prevención del aborto y del parto prematuro, como veremos a continuación.
En el embarazo natural, la falta de progesterona puede dar lugar a un fallo en la concepción o que el embarazo se pierda precozmente (aborto bioquímico o, más raramente, clínico). Esta situación se conoce como déficit de Fase Lútea, o Fase Lútea insuficiente, algo ya descrito hace mucho tiempo y que, sin embargo, no tiene una definición clara y precisa.
El insuficiente aporte de progesterona adquiere una dimensión clave en los tratamientos de fertilidad, concretamente aquellos en los que tenemos que preparar el endometrio para la transferencia del embrión. Nos referimos a la donación de óvulos o embriones, o a la transferencia de embriones congelados.
Déficit de Fase Lútea: ¿cómo detectarla?, ¿existe un tratamiento eficaz?
Conceptualmente, el déficit de Fase Lútea consiste en una producción insuficiente de progesterona en duración y/o cantidad. Puede manifestarse en ciclos cortos (normalmente menores de 21-22 días), o por sangrados escasos y puntuales durante la segunda mitad del ciclo, sin embargo, otras mujeres no tienen síntomas.
Su papel real como causa de abortos no está del todo claro, probablemente debido a que no existen unos criterios de diagnóstico bien definidos. Igualmente, el tratamiento con progesterona no ha dado los resultados esperados; aquí también es posible que no conozcamos aún la dosis y duración adecuados. En cambio, en mujeres con amenaza de aborto y que han tenido tres o más abortos previos (en ausencia de otras causas), se ha observado una cierta mejoría a la hora de prevenir un nuevo aborto.
Progesterona en la prevención del parto prematuro
En el momento actual, la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia recomienda el uso de progesterona para prevenir el parto prematuro en embarazadas que, sin síntoma alguno, se haya observado que tienen una longitud del cuello del útero corta (igual o inferior a 25mm), e independientemente también de que hayan tenido parto prematuro o amenaza del mismo con anterioridad. En otras situaciones se valorará de manera individual a criterio del equipo médico.
Progesterona en los tratamientos de reproducción asistida
Las aplicaciones de la progesterona en la Medicina Reproductiva son numerosas y cada vez se descubren nuevas, pero las más importantes son aquellas en las que se prepara el útero para la transferencia del embrión.
La preparación del endometrio se puede realizar aprovechando el ciclo natural, es decir, la propia ovulación de la mujer, o con un tratamiento hormonal que intenta imitarlo (ciclo sustituido). En ambos casos el momento crucial es decidir cuándo, y con qué cantidad, empezar la producción/administración de progesterona. Para ello tomamos como referencia el día que realizaremos la transferencia del embrión.
Es bien conocido ya que, en la mayoría de las mujeres, el endometrio es receptivo tras estar recibiendo progesterona durante 5 días. Si hablamos de ciclo natural contaríamos a partir de la ovulación y, si es un ciclo sustituído, sería después de administrar la progesterona 5 días. Por tanto, la transferencia del embrión se debe ajustar a este día concreto.
Cuando se trata de embriones congelados solo hay que programar la descongelación el mismo día, pero en el caso de embriones en fresco hay que sincronizar el comienzo de la progesterona con el desarrollo del embrión.
Pero vayamos un poco más allá: sabemos por los test de receptividad endometrial que hay mujeres cuya ventana de implantación está desplazada. Es decir, su endometrio no es receptivo después de los 5 días de ovulación o del comienzo de la progesterona, sino antes o después. Esto es relativamente frecuente en los casos de fallo de implantación recurrente (hasta 1 de cada 3 mujeres). En estos casos la norma de “5 días de progesterona y transferir” ya no es válida y tendremos que adaptar los días según el resultado del test.