Algunas veces, las decisiones que tomamos en nuestra vida, aunque hayan sido reflexionadas y maduradas durante mucho tiempo, pueden tener difícil vuelta atrás en caso de arrepentirnos una vez llevadas a cabo. Un ejemplo de una decisión que puede resultar muy difícil de revertir es la realización de una vasectomía como método anticonceptivo.
La vasectomía es una cirugía mediante la cual se interrumpe la comunicación del testículo con la uretra, impidiendo así que los espermatozoides alcancen el eyaculado. Aunque se suele decir que la vasectomía vuelve al hombre estéril, esto no es así. La cirugía impide que los espermatozoides estén presentes en el semen y, por tanto, puedan causar un embarazo en una relación sexual. No obstante la producción de éstos continúa en el interior del testículo de manera normal, siendo almacenados, al haberse interrumpido la conexión con el exterior, en un conducto llamado epidídimo donde serán reabsorbidos por el organismo.
De manera que, mientras exista producción de espermatozoides, se mantiene el potencial reproductivo, si bien no se pueda conseguir de manera natural y sea muy difícil revertir la cirugía para restaurar la comunicación entre el testículo y el exterior. La vasectomía constituye así un método anticonceptivo eficaz y permanente en el hombre, no siendo necesario ningún método anticonceptivo adicional en la mujer y manteniendo la fertilidad de la misma.
Sin embargo, aunque en un momento determinado pensemos que no queremos tener descendencia bien por haber alcanzado un número de hijos suficiente, por motivos personales, laborales, sociales o económicos, son muchas las vueltas que da la vida y la experiencia nos dice que son realmente pocas las decisiones drásticas que tomamos de las que no nos arrepentimos en algún momento.
La vasectomía era una de estas decisiones con difícil solución. Sin embargo, hoy en día, gracias a los avances en las técnicas de reproducción asistida, podemos ofrecer una disyuntiva y evitar así añadir un “para siempre” a la decisión de no tener más hijos. Esta alternativa es simple: congelación de semen previo a la vasectomía, es decir, preservación de la fertilidad masculina.
La congelación de semen es una técnica sencilla y eficaz con la que nos aseguramos de contar con espermatozoides viables en caso de querer tener hijos después de haber sido sometidos a una vasectomía sin necesidad de tener que recurrir a una complicada cirugía de reversión. Con una muestra obtenida por masturbación, el semen es congelado y mantenido a -196°C hasta el momento en que sea requerido su uso. En el proceso de congelación/descongelación de semen es posible que un pequeño porcentaje de espermatozoides se pierda, sin embargo, el resto presentará exactamente las mismas características que aquellos procedentes de una muestra en fresco. Es decir, una muestra congelada presenta exactamente el mismo potencial fertilizante y las mismas posibilidades de dar lugar a un embrión viable.
Ya que los espermatozoides son mezclados con un crioprotector que evita que sufran daño celular durante el proceso, la muestra seminal se puede mantener congelada de forma indefinida, sin perder calidad a lo largo del tiempo, ni reducir las posibilidades de embarazo.
Por tanto, la congelación seminal está indicada, entre otras circunstancias, en aquellos pacientes que se vayan a realizar una vasectomía, con el fin de preservar su fertilidad ya que supone una alternativa mucho más sencilla y menos costosa que revertir la operación.
Victoria García Aroz
Embrióloga Amnios In Vitro Project