La inseminación artificial es una técnica muy sencilla y tanto su relación sencillez-eficacia así como los bajos costes que tiene, la hacen muy interesante para muchas parejas. Pero una de las principales claves del éxito es sentar muy bien la indicación de la misma, es decir que los profesionales de la clínica valoren bien que es la técnica ideal a realizar.
La inseminación artificial se debe hacer en los siguientes casos:
- Factor masculino leve-moderado. Cuando la muestra de semen tenga problemas no severos la técnica ideal es la inseminación artificial. No obstante, no sólo hay que fijarse en el número de espermatozoides, ni siquiera sólo en el número de espermatozoides que se obtengan en el llamado REM. Hay que fijarse también en aspecto más funcionales como la morfología, tipos y velocidad de movimiento y , en algunos casos, los niveles de fragmentación del DNA.
- Factor tubárico unilateral. Si sólo una trompa es la que está alterada, la trompa sana puede ser suficiente para conseguir la gestación.
- Factor cervical. Si el cuello del útero no funciona correctamente, es decir no permite el paso correcto de espermatozoides durante la ovulación, el embarazo no se producirá. Desgraciadamente no existen pruebas correctas para su valoración.
- Factor ovulatorio. En algunos casos, si lo que falla es la correcta ovulación de la paciente, la inseminación artificial es la técnica de elección.
- Esterilidad de origen desconocido. En ocasiones, si el problema es que no somos capaces de encontrar la causa precisa que impide la consecución del embarazo, se debe iniciar con técnicas tipo inseminación artificial.
Estas son las indicaciones principales. Cuando uno se ciñe a ellas y se aplica la técnica de forma correcta, podemos conseguir unas tasas de éxito que puedan evitar el uso de técnicas más molestas y costosas para los pacientes.