El verano es un buen momento para un tratamiento de reproducción asistida y hacerlo en estos meses tiene muchas ventajas. La época estival es el momento en que muchas personas deciden comenzar la búsqueda de un bebé. El hecho de estar de vacaciones permite olvidarse del estrés y, además, puede evitar tener que dar muchas explicaciones no deseadas en el entorno laboral.
Los procesos de reproducción asistida duran un par de semanas. La estimulación hormonal para una inseminación artificial o una fecundación in vitro (FIV) dura entre 7 y 12 días, con hasta cuatro visitas a la clínica de fertilidad para controlar el crecimiento de los folículos. A veces, las citas pueden interferir con los horarios de trabajo y muchas pacientes prefieren estar de vacaciones para no tener que rendir cuentas a nadie.
Tras la estimulación, en el caso de la inseminación artificial, se programa la inseminación con la muestra de esperma preparada. En el caso de la FIV, el procedimiento es más largo. Al acabar con las inyecciones, se programa la punción para recuperar los ovocitos. El día de la punción, la paciente permanece en la clínica unas horas. Después se recomienda un reposo relativo ya que puede tener alguna molestia o somnolencia debido a la sedación. Entre tres y cinco días después de la extracción de los óvulos, se programa la transferencia de los embriones fecundados. Después de la transferencia, se recomienda vida normal, el reposo no mejora la tasa de implantación.
¿Mayor tasa de éxito?
No obstante, el éxito de los tratamientos depende de la calidad de los embriones y dicha calidad no mejora por realizarlo en verano en lugar de en cualquier otra estación. Sí que las vacaciones pueden motivar a los futuros padres a llevar un estilo de vida más sano y a hacer más ejercicio, dos factores que influyen en la fertilidad aunque deben mantenerse en el tiempo. No hay evidencia científica de que se conciban más niños en verano ya que todos los meses de año, con la salvedad de febrero, presentan unos índices de nacimientos muy similares.
En el caso de conseguir el embarazo en verano, el bebé nacerá entre abril y mayo, una gran época ya que evita a la madre pasar las últimas etapas de la gestación con altas temperaturas y el buen tiempo incita a poder salir a pasear casi a cualquier hora del día.
¿Cómo prepararse para el embarazo?
De todos modos, de cara a la búsqueda del ansiado positivo sí que hay una serie de cosas que pueden mejorar la fertilidad:
–Alimentación saludable. La dieta es muy importante para la fertilidad. Diferentes estudios destacan las ventajas de la mediterránea por su variedad y su alto contenido en antioxidantes. Cuidar la alimentación es una de las mejores formas de cuidar la fertilidad.
–Evita los tóxicos. Se debe dejar de fumar, no beber y no consumir ningún tipo de droga recreativa. Consumir estos tóxicos influye tanto en la calidad ovocitaria como en el esperma. Además, algunas investigaciones aseguran que el tabaco aumenta las posibilidades de que el bebé presente alguna alteración cromosómica.
-Actividad física. El deporte es muy positivo para controlar el peso y mejorar la salud mental y el estado de ánimo. Tanto el sobrepeso como la obesidad tienen un impacto directo en la fertilidad masculina y femenina.
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