Cada vez es más conocida la dificultad para tener hijos a edades avanzadas. Sin embargo parece que hemos cargado toda la responsabilidad a la mujer, dando menos importancia a la parte masculina en el proceso de tener un hijo. No obstante, esta parte tan menospreciada e incluso a veces olvidada, es responsable del 50% de los casos de infertilidad.
La infertilidad masculina, en la mayor parte de las ocasiones, es debida a múltiples factores, tanto genéticos como ambientales. Por ello es imprescindible completar las pruebas diagnósticas con una detallada historia clínica del varón, para detectar cualquier posible enfermedad, problema congénito o factor que pudiera disminuir la capacidad reproductiva.
El seminograma es la prueba diagnóstica más empleada para conocer la fertilidad masculina, que permite además, aconsejar a una pareja la técnica de reproducción asistida más apropiada en su caso, con el fin de obtener unos mejores resultados. Es fácil de realizar, no requiere más que unas simples indicaciones previas y nos permite obtener una idea aproximada, aunque no decisiva, de la capacidad fecundante de los espermatozoides. En una muestra procedente del eyaculado, el equipo de biólogos podrá valorar macroscópica y microscópicamente la calidad seminal, evaluando parámetros como el volumen, la viscosidad, el pH, la licuefacción, la presencia de otras células y, sobretodo, la concentración, motilidad y morfología de los espermatozoides, obteniendo un diagnóstico aproximado, aunque no seguro, de la capacidad fecundante del varón.
¿Qué se considera un seminograma normal?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha publicado sucesivas ediciones del “Manual para el Examen del Semen Humano y la Interacción Moco Semen” siendo la última en el año 2010. En este último manual se estableció además el concepto de “límite de referencia inferior” (LRI). Los valores que se encuentren por encima del límite no garantizan una fecundación exitosa y un posterior embarazo, pero amplían sus posibilidades.
Así, el seminograma nos permite orientar a la pareja hacia un tratamiento u otro, ya que muchas veces la calidad del semen es la que marca las limitaciones de la técnica. No obstante, si es necesario, como en los casos de fallos repetidos en los tratamientos de reproducción asistida o abortos de repetición, el seminograma se puede complementar con otras pruebas diagnósticas, como el test de supervivencia espermática (REM), que consiste en la separación y selección de los espermatozoides con mejor movilidad del plasma seminal o pruebas genéticas como el FISH y el estudio de fragmentación que informan de si el material genético que porta el espermatozoide está dañado o no.Hay que tener en cuenta que el LRI ha ido disminuyendo con el paso de los años debido a las costumbres de la sociedad y a los nuevos hábitos de vida tales como la alimentación, tabaco, tóxicos ambientales, etc.
No hay que olvidar que aunque el seminograma nos aporta información sobre la calidad seminal en un estudio del factor masculino, una muestra de semen que sea diagnosticada como normal, no nos asegura que la fertilidad esté garantizada, mientras que una muestra diagnosticada como anómala, tiene mayores probabilidades de tener una fertilidad disminuida.
Victoria García Aroz
Embrióloga Amnios In Vitro Project