Diez años de vitrificación

Hace ya diez años que el mundo de la Reproducción Asistida se vio revolucionado por la aparición de una nueva técnica llamada vitrificación que nos permite congelar embriones y óvulos con la máxima garantía de supervivencia.

Hoy en día, este avance científico permite a las mujeres preservar su fertilidad y posponer la maternidad sin que ello pueda comprometer las posibilidades de gestar un hijo propio y sano. No obstante, la expresión “preservar la fertilidad” puede que no sea la más adecuada, ya que realmente lo que estamos preservando son los gametos, uno de los factores más importantes para la fertilidad pero no el único. Lo que sí es cierto es que este término se ha popularizado entre profesionales y pacientes para definir una técnica que permite a las mujeres retrasar su maternidad con ciertas garantías. Pueden existir multitud de motivaciones que empujan a una mujer a retrasar el momento en el que desean ser madres como opción personal.

La primera de ellas viene derivada de problemas médicos que requieran de una medicación agresiva para su restablecimiento y que pueden acabar con la capacidad reproductiva femenina como es el caso de tratamientos oncológicos. Recordemos que en la actualidad el cáncer de mama es el más común entre las mujeres pero que tiene una curación superior al 90% de las pacientes si es diagnosticado a tiempo. Estas mujeres ya no tienen que renunciar de por vida a ser madres sólo por haber pasado esta enfermedad.

La segunda razón viene derivada de aspectos sociales y culturales que están presentes en nuestro día a día. Los deseos de desarrollo tanto personal como profesional, el aumento de la esperanza de vida o el no disponer de una pareja estable con quien desarrollar un proyecto de vida en común hace que se retrase considerablemente la edad a la que muchas mujeres de hoy en día deciden traer hijos al mundo y fundar una familia.

Este aplazamiento de la maternidad por encima de los 37 años es el que provoca, en muchos casos, dificultades para quedar embarazadas y/o que aparezcan problemas genéticos que provoquen importantes alteraciones en el feto, o que se produzcan abortos de repetición; ya que los óvulos o gametos femeninos cumplen años al mismo ritmo que la madre y su material genético se va deteriorando con este paso del tiempo.

Para ello, en los últimos diez años hemos desarrollado y perfeccionado la preservación de la fertilidad femenina mediante una técnica denominada vitrificación ovocitaria, mediante la cual podemos criopreservar ovocitos cuando la mujer es todavía joven y volverlos a utilizar cuando ella misma decida que ha llegado su momento con las mismas garantías que tenía en el momento en que fueron congelados. De la misma forma se puede realizar la técnica antes de una exposición a tratamientos de quimioterapia y poder cumplir el deseo de ser madre una vez restablecida completamente de su enfermedad.

Pero no solamente podemos preservar la fertilidad de las mujeres sino también de aquellos hombres que vayan a pasar igualmente por un tratamiento agresivo o que simplemente en un momento de su vida deciden recurrir a una vasectomía, como método preventivo ante un futuro cambio en la situación personal.

Por todo ello, la preservación de la fertilidad, tanto en el caso de mujeres como de hombres, es una opción totalmente recomendable para aquellas personas que deciden posponer el momento en el que tener descendencia para un futuro más o menos próximo sin necesidad de comprometer en el deseo de disfrutar de un hijo sano en casa.

Paco Guijarro
Responsable de Laboratorio

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